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domingo, 5 de septiembre de 2010

Heilig (II)

II:

Para Garbi, sagrado es su marido, que la salvó de la pobreza. Sagrado es también su hijo, y sagrado es su hogar. Sagrada es la ciudad en la que ahora vive, independiente y fuerte. Sagrado es cada vez más el dios de su hombre, pues sagrado es él, sagrado es su hijo y sagrada es su ciudad.
Para Ommun, sagrado es Dios al que venera y de quien es sacerdote. Sagrada es la ciudad que lo vio nacer y sagrada es su familia, Garbi y su hijo. Todo esto es sagrado para Ommun, por lo que ha decidido que debe viajar lejos, con su familia y el recuerdo de su ciudad, para que su Dios sea conocido en otras tierras.
Garbi carga en la carreta todo lo que es sagrado para ella y parte lejos con Ommun. Hacia las "otras" Ciudades que veneran al "otro" Dios.

Heilig, ist mein Zug in Fremdes Land
Sagrado es mi viaje en tierras desconocidas

Ommun alza su mano, señalando a Dios que brilla en el Cielo. Unos pocos de los "otros" lo escuchan y después se van. Unos pocos vuelven, otros no. Garbi espera sentada junto a su Hijo, lo más sagrado para ella.
El "otro" Señor de esta "otra" Ciudad en la que la Ommun predica su dios, alza su mano. El "otro" Sacerdote del "otro" Dios piensa que Ommun es una amenaza. El "otro" Sacerdote tiene mucho poder entre el pueblo, así que el "otro" Señor pido al "otro" Ejercito que alce la mano. Para el "otro" Señor su ciudad es sagrada, no quiere que haya altercados.

Heilig, zu erheben meine Hand
Sagrado, alzo mi mano

Ommun pide ayuda a su Dios y después pide ayuda al Señor. Le cuenta lo que el "otro" Señor ha hecho, impulsado por el "otro" Sacerdote y su "otro" falso Dios. El Señor no hace caso a Ommun, paga lo que perdieron al ser expulsados de la "otra" ciudad y los despide con buenos deseos. Ommun decide ir a ver al Hijo del señor, que algún día lo será en vez de él.
El Hijo del Señor profesa la fe de Ommun y su esposa es hija de un Sacerdote del Dios. El Hijo del Señor recibe con los brazos abiertos a Ommun y le promete que hará algo en contra de ese "otro" Dios. Después de todo, Dios es lo más sagrado.

Heilig, was mein Glaube mir befiehlt
Sagrado es lo que mi fe me dice

El Señor ha muerto, su Hijo es ahora el Señor. Ommun ha conseguido permanecer junto a él todo este tiempo, primero como humilde Sacerdote del Dios en el Castillo del Hijo del Señor. Después, gracias a su labia y sabiduría, Ommun consiguió ser su consejero espiritual. Ahora que el Hijo es Señor, Ommun es el Sacerdote del Castillo del Señor y tiene el beneplácito de la Señora.
Ommun recuerda al Señor la afrenta que sufrió en la "otra" ciudad. Recuerda que el "otro" Señor venera al "otro" Dios que es falso. La Señora recuerda al Señor lo que es sagrado para él. El Señor recuerda las minas de ricos minerales de la “otra” ciudad y su situación estratégica en la ruta comercial. El Señor prepara a su Ejercito.

Para mantener lo que es Sagrado, Ommun partirá con su Señor como su Sacerdote. Ommuhan, el hijo de Garbi, lo más sagrado para ella irá con él.
¿Por qué? - dice Garbi. Aún recuerda lo que sucedió en su pueblo por querer mantener lo más sagrado. Recuerda sus consecuencias.- Es lo que Dios quiere de Mí.

Ommun se llevó a Ommuhan, cabalgando junto al Señor. Garbi y Ommi, su hijita se quedan en el Castillo del Señor. No entiende porqué lo sagrado de Dios es hacer la guerra a la “otra” Ciudad. Garbi contempla a los Sacerdotes y Sacerdotisas del Castillo. Veneran a Dios trabajando en silencio para ayudar a la Ciudad, o declaman en voz alta palabras de Amor y Luz. Este es el Dios sagrado de Garbi y no entiende que tiene que ver con el dios de Ommun.

Heilig, weil mein Gott es von mir will
Sagrado, porque es lo que mi dios quiere de mi

El Ejercito surca la tierra con sus caballos, sus carretas y sus hombres dispuestos a la batalla. El Señor está pletórico. La noche antes de partir, el Sacerdote Ommun y la Señora le entregaron una espada por la que habían orado durante siete noches, bruñida con el metal que cayó del Cielo (que es el Reino de Dios) y bañada con las lágrimas de la Luna, que es la hija del Dios. Es la Espada sagrada del Señor.
Junto a él cabalga su Sacerdote y su hijo, y sus caballeros de la Orden sagrada del Dios. Le sigue el Ejercito, que tiene como objetivo reivindicar todo lo Sagrado.

A un día de viaje de la “otra” ciudad, el Señor pide a Ommun que oficie una ceremonia al Dios para que les dé fuerzas. Ommun alza su mano al Dios y el Señor alza su Espada. Los hombres alzan sus armas y se sienten fuertes, sagrados. Pues es lo que Dios quiere de ellos.

Ziehe ins gelobte Land
Gottes Schwert in meiner Hand
dann sind wir Heilig!
Cruzando la tierra sagrada
con la espada de Dios en mi mano
¡somos sagrados¡

Ommuhan permanece junto a su padre, ayudándolo a oficiar la ceremonia. Esta feliz de ver tan buenos hombres junto al Señor. Sabe que todos ellos, que guardan silencio ante las palabras de Ommun, que se arrodillan y claman a Dios son buenos, pues luchan por lo que es sagrado para ellos.
Sin embargo, Ommuhan ve, Ommuhan sabe. Ommuhan ve a los hombres que acompañan a los caballeros de la Orden del Dios. Ve algunos hombres ignorantes, y otros que buscan lo sagrado como sus amos. Pero también ve a otros hombres y sabe que son lobos, que buscan la tierra, el oro y la sangre. Ve a los lobos y tiembla al verlos también entre algunos de los caballeros de la Orden. Para ellos no hay nada sagrado en este mundo.

Heilig
...doch Heilig ist mir nichts auf dieser Welt!
¡sagrado¡
¡Pero no hay nada sagrado para mi en este mundo¡

La "otra" ciudad gritó y tembló como una sola. Cuando el "otro" Señor fue derrotado y sus caballeros, que pertenecían a la "otra" Orden de su "otro" Dios, murieron el campo de batalla, la ciudad fue tomada. Pero después de colocar su Bandera sagrada, el Señor dejó la "otra" Ciudad en manos del Ejercito. Ommun y el Señor se reunieron con los Caballeros a tratar lo relevante a la futura ocupación y gestión de la ciudad. Solo vieron lo bueno que era para ellos y se regocijaron.
Ommuhan vio como los hombres-lobo tomaban la ciudad. Destruyeron todo lo que no se pudieron llevar y se llevaron todo lo que quedó para coger. Mataron, robaron y arrasaron porque, después de tantos años de guerra, desolación y muerte por seguir vanas promesas u órdenes, ya no quedaba nada sagrado para ellos.
Heilig war uns nichts auf dieser Welt
¡No hay nada sagrado para nosotros¡

Y la lluvia roja cayó de nuevo sobre la tierra...

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Heilig by Alea Jacta is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

5 comentarios:

  1. He leído de cabo a rabo tu blog. Estoy totalmente alucinada con tus dos historias "Heilig". Sigue así, Gran Orco, que quiero seguir leyéndote.
    Sabía que caerías finalmente en el mundo del Blog.

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  2. Sobre esta segunda parte pues todo aquello que ya te comente sobre el primero o incluso mas, a la espera de la conclusión de este "mini-relato" que ha terminado siendo no tan mini.

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  3. Esta parte me ha recordado a "Las Brumas de Avalon" una version del mito de Arturo en la que Morgana es la protagonista, mas que nada por como se critica el papel de la mujer en la historia (la historia de la humanidad) y la vision de las "otras" religiones.

    Tambien la división del relato en las tres edades de la mujer me recuerda al triptico de las brujas (doncella, madre y bruja).

    La aparicion de hombres lobo me ha sorprendido pero dado el caracter nordico de la historia no es de extrañar.

    En fin.

    "un dios padre sobre el cielo y una diosa madre en la tierra"

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  4. ¡Oh¡ ¡Tortugas, gatos y psicópatas¡ ¡Explendido¡
    A ver si termino la tercera parte, que Granada me ha absorvido el coco.
    Y Rafagast, en un principio, los tres relatos iban a concorar con las tres edades de la mujer pero al final el último cambia bastante. O quizá no, según como lo mires. Y debo rectificarte: no hay hombres lobos. Es una versión sutil de "hombres malos" en el lenguaje criptico del que he querido dotar a toda la historia, aunque no sé si ha quedado confusa, quizá la cambie.

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  5. No queda confusa, solo que como no se sabe mucho del mundo de tu relato pues no veia improvable la existencia de hombres lobos, por mi no lo cambies, queda bien

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